jueves, 14 de agosto de 2008

Historia de lo cotidiano, VIII: YKK


"Tengo en mi poder una revista Blanco y Negro del año 1968. En la portada de la misma aparece una fotografía panorámica de Gijón y en la parte inferior, una banda roja gruesa en la que hay dos rótulos. El de arriba, más largo en palabras y pequeño en tamaño, habla de la Costa Verde casi como si se tratara de un eslogan turístico pero, el de debajo, es bastante extraño por el contexto; en él se lee con letras muy grandes, todas ellas mayúsculas, “LA ANTIMATERIA”.

Cuando abro las páginas de la revista veo reportajes excelentes firmados por tantos académicos de la Real Academia Española (abreviado se dice R.A.E.) que si uno se fija bien, se podría incluso construir a modo de pasatiempo alguna que otra palabra hueca con las letras de los sillones sobre los que se sentaban dichos miembros de la R.A.E. Por ejemplo BoJ, o FvJ, o quizá YKK (imaginen que el académico correspondiente a la K, que actualmente es Ana María Matute, escribió dos textos y que, además, existe el sillón i griega, aunque en realidad no sea así).

Ahora, llegados a este punto, me detengo porque me quedo pensando en la situación. Mi cabeza ha llegado a un trampantojo, un choque visual con lo real, lo plausible y lo razonable. Tengo ante mí la palabra YKK. Si uno no lo sabe, puede hacer el siguiente experimento:

1) Inclinar unos 22º su torso respecto de la vertical hacia delante.
2) Asirse la bragueta del pantalón buscando la cremallera.
3) Buscar las letras que aparecen en el tirador de la cremallera.

Resulta que si uno busca corriendo a otra persona puede comprobar con un 76% de probabilidades que en la bragueta de ésa tercera persona, pondrá también YKK. Esto es así y nadie puede dudar de ello.

La solución al enigma no estriba en la francmasonería ni en conspiraciones extraterrestres sino en una firma japonesa que lleva un siglo poniendo solución a nuestra impudicia. YKK son las siglas de Yoshida Kōgyō Kabushiki-gaisha que es el nombre de un señor japonés antiguo que lo escribía de otra forma. Así:


吉田工業株式会社


El hombre en cuestión se llamaba Tadeo Yoshida, aunque bien podría haberse llamado Francisco Vilchez Jiménez y ser de Moratalaz. En este caso, las cremalleras no se hubiesen llamado YKK sino FvJ, que es más dinámico y, sin lugar a dudas, menos estridente al oído que un “i-ka-ka”.

Por esto que cuento, cada vez que leo algo acerca de la antimateria me doblo 22º según el procedimiento y acto seguido no puedo por más que sonreír al echarme la mano a la bragueta."


J. L. Pomona.

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