jueves, 10 de julio de 2008

Historia de lo cotidiano, III: Waco


“Subido en el autobús me siento observado. Me mira de soslayo un tipo sentado que lleva gabardina gris y sombrero. Pienso en Kafka o, mejor dicho, en el Kafka que conozco de cuatro fotos en blanco y negro vistas por internet o de algún libro suyo en el que sale su cara. A Franz Kafka siempre lo he imaginado muy delgado y, por algún motivo –quizá la adaptación cinematográfica de El proceso (Orson Welles, 1962)–, pienso en Anthony Perkins, ése señor esquivo y con cara de psicótico que tenía una madre y etcétera.

Hay un momento, sentado en el asiento, que creo que un joven me ha reconocido. Se monta el lío. No todos los días alguien te para en el bus y te dice ¿Eres Anthony Perkins? El joven que me observa lleva una camiseta que pone Pulp y debajo Disco 2000 y en ella se ven baldosas de colores azules y rojos y sobre éstas unas piernas de mujer que parecen gacelas explotando. El joven que me pregunta si soy Anthony Perkins es el mismo que el que lleva la camiseta de Pulp y el mismo que escribe esto, es decir yo, Pomona.

Y bueno, cabría aclarar que no, nunca me he encontrado al Kafka de Hitchcock en el transporte público. Ni hoy ni ayer ni nunca. Pero cuando pienso en su cara imagino lo que sintieron los pobres 76 corderitos –en inglés: lamb, en francés: agneau, en alemán: lamm- davidianos de Waco, y es una imagen demasiado patibularia para sobrellevar los minutos perdidos de vuelta a casa.

¿No siente el escalofrío sanguinolento y los chisporroteos de carne a la brasa, querido lector?”
J.L. Pomona.

El 2º Axioma de Peano reza “El sucesor inmediato de un número también es un número.”

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