miércoles, 9 de julio de 2008

Historia de lo cotidiano, II: Balaklava


"Había un hombre en Inglaterra, ya difunto, que cada 25 de octubre se levantaba de su cama y dedicaba su día a recrearse viendo cómo la caballería inglesa era masacrada en la película que Michael Curtiz rodara en 1936 titulada La carga de la Brigada Ligera.

Cuando empezaba el filme, la sola visión de Errol Flynn le provocaba una sonrisa de euforia y, acto seguido, en cuanto aparecía Olivia de Havilland, la sonrisa pasaba a ser de amor, como si comenzara un hechizo.

Todo era normal hasta que empezaban los errores, la masacre. El 25 de octubre de hace cientodiecisiete años, unos 600 jinetes ingleses fueron lanzados sin ningún pudor a una muerte indigna que marcó la caída del imperialismo británico. El hombre se regocijaba en su sillón mientras su esposa pululaba por la cocina y lo miraba de vez en cuándo, ya conociendo sus reacciones a la perfección. No se regocijaba sin más, se regocijaba con todos los matices posibles de muchas emociones: Se regocijaba con odio, con ternura, con devoción, se regocijaba con ira, con paciencia, se regocijaba con calma y luego con desesperación, se regocijaba con regocijo, claro, y se regocijaba además con curiosidad. Incluso una vez, la del centésimo décimo primer aniversario, se regocijó con miedo, ¡con miedo!, y luego lo pensó y se asustó.

Cada vez que terminaba la película, el hombre lloraba indefectiblemente. En la televisión unas letras grandes THE END y en la boca una palabra susurrada… Balaklava."


J. L. Pomona.


Imaginario: The charge of the Light Brigade (Michael Curtiz, 1936).


Extracto del Epílogo al poema de Alfred Tennyson titulado The Charge of the Heavy Brigade at Balaclava:


‘The stars with head sublime,’

But scarce could see, as now we see,

The man in space and time,

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