martes, 15 de julio de 2008

El sí de las chicas


“Me gustan las chicas que bailan solas. Me gustan cuando bailan muy rápido y se les mueve el pelo y se les ponen las puntas torcidas y se queda todo alborotado como si las sílabas que formasen su pelo se transformaran por un exceso de haloperidol en letras separadas formando acrósticos huecos como si de un Pésimo Estertor Lentamente Olvidado se tratara, o como si una Pena Elegante Lograra Obedecernos y rindiera cuentas ante el daño causado en el último naufragio de lo que pensamos fue para siempre y no.

Me gustan las chicas que dicen la verdad siempre y que no son como todas porque no buscan lo que todas. Me gustan con sus verdades y sus miedos, con su dejarse al azar pero, pese a ello, sujetas a lo real, sin la algarabía de lo trascendente.

Porque es en ése hablar de la caca, en el sentir, como Bataille, que incluso en lo más bello se refugia el asco y lo tenebroso, donde radica lo vital, lo humano que de ellas emana y su verdadera existencia y su risa y sus grandilocuencias.

Me gustan las chicas que bailan despacio y las chicas que sudan, las que no son perfectas y lo saben y no aspiran a más. Las que sujetan la mirada incluso cuando no significa nada. Las que tienen pudor sin pudor, las impúdicas. Las mujeres con la piel blanca y el pelo oscuramente significativo, las cóncavo-convexas y las convexo-cóncavas. Me gustan las mujeres que son diferentes sin serlo, que no vienen etiquetadas y que escuchan música que desconozco y me dicen Mira esto o Escucha o Ven.

Pero sobre todas las mujeres me gustan las que se ríen con tristeza. No con una tristeza triste por cargar con una pena sino las que se ríen con la melancolía del paso del tiempo, las que no encuentran su sitio y se inadaptan y se resignan y se sienten protagonistas de su Ghost World particular porque piensan su vida de ésa manera.

Me gustan las chicas que se dan la vuelta a hurtadillas para ver cómo te vas cuando ya te has despedido, las que esperan en la estación hasta la última mirada furtiva, la del nudo en la garganta…”


J. L. Pomona.



Imaginario: Muchachas tocando el piano, de Pierre Auguste Renoir (1892). Museo de Orsay. Oleo sobre lienzo (116 x 90 cm).

2 comentarios:

_-_ dijo...

:)

Isa Pe dijo...

No puedo asegurar que entiendo todo lo que escribes, soy más bien de letras confusas que de ciencias difusas. Pero lo que leo y creo entender, me gusta. Te linkaré si te parece bien, para seguir tus entradas.