miércoles, 30 de abril de 2008

La indiferencia de la nada

Cuando llegué sus brazos estaban rotos. Se veía de lejos que estaba sufriendo lo indecible y no podía hacer nada. Me daba bastante lástima, era una chica hermosa. Probablemente fuese una joven de cara redonda y blanca, con esa plácida candidez de la bondad y la sumisión. Pese a todo lo que habría tenido que soportar hasta este momento aún se veía esa belleza en sus formas. De los ojos ya no había nada, eran inexpresivos, vacíos, como si el dolor y el miedo se hubiesen introducido por alguno de sus orificios y hubieran ido carcomiendo el brillo y las emociones que poco antes irradiaban. Tenía cardenales por todo el cuerpo, los pómulos destrozados y el sudor reseco de su cara, mezclado con grumos sanguinolentos, hacían de ella una pantomima de ascos y aversiones. Era la última etapa.

Cuando mi compañero me pasó los alicates me dijo Ya ni siquiera grita, es una pena. Le pregunté que cuál era su crimen y me respondió como extrañado Estás tonto o qué, ¿no lo ves? Es una puerca judía. Esto último lo dijo señalándola con la varilla metálica que había usado para metérsela por la vagina y aplicarle corrientes.

Cuando se hubo ido, y ya a solas con la muchacha, me acerqué lentamente a ella, arrimé mi cara al costado de la suya y me di cuenta de que ya estaba muerta.

No sabría definir qué sentí. Fue algo así como una pena indiferente y si me hubiesen preguntado hubiera respondido Qué lástima.

Lo que supe muchos años más tarde es que en aquél momento no sólo murió ella sino lo poco que quedaba de mi conciencia. Lo que me ocurrió entonces fue peor que la muerte: me devoró la nada.


NOTA: Texto en apoyo de Amnistía Internacional tras la decisión hace casi un año de la Iglesia Católica de dejar de subvencionar a dicha organización por sus posiciones encontradas en el tema del aborto. Decir también que ya desde 1996, la Iglesia actuó igual con UNICEF por el mismo motivo. (Ver)

1 comentario:

Pat Robles dijo...

Cuando has tocado fondo, sólo te queda la nada. Es un pensamiento que me atormenta.

De la Iglesia no diremos nada.