miércoles, 4 de junio de 2008

Morir con otro nombre

Emborracharse lánguidamente, para acabar llorando, en una ciudad que nunca ha sido la propia, que suena a voces que no suenan, que son incomprensibles de cerca y de lejos. Y terminar después tirado en un portal, viejo y bañado en sudores fríos, con la vida de un hombre sin cara que se hizo llamar Sebastian Melmoth tras escribir La balada de la cárcel de Reading.

"Y todos matan lo que aman,
que todos oigan esto;
algunos lo hacen con mirada torva
otros con la palabra halagadora,
el cobarde lo hace con un beso,
¡con la espada el valiente!"
Extracto de La balada de la cárcel de Reading, de Oscar Wilde.

4 comentarios:

uminuscula dijo...

te pille..

Medea dijo...

wilde es grandioso. me fascina. me hipnotiza!

Unknown dijo...

por favor por favor por favor sigue escribiendo. no puedo parar de bucear por aquí.

Álvaro dijo...

Me gustaría resucitar a Wilde y que fuese mi mejor amigo. Debía tener la mejor conversación del mundo.

Una vez dijo algo así como "a veces digo cosas tan profundas que ni yo mismo las entiendo".