jueves, 22 de mayo de 2008

TABAQUERÍA (Fernando Pessoa)

No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Ventanas de mi cuarto,
de mi cuarto de uno de los millones del mundo que nadie sabe quién es
(y si supiesen quién es, ¿qué sabrían?),
dais al misterio de una calle cruzada constantemente por gente,
a una calle inaccesible a todos los pensamientos,
real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
con el misterio de las cosas por debajo de las piedras y de los seres,
con la muerte poniendo humedad en las paredes y cabellos blancos en los hombres.
Con el Destino conduciendo la carroza de todo por el camino de nada.

Estoy hoy vencido, como si supiese la verdad.
Estoy hoy lúcido, como si fuese a morirme,
y no tuviese más hermandad con las cosas
que una despedida, volviéndose esta casa y este lado de la calle
la hilera de vagones de un tren, y una partida pitada
desde dentro de mi cabeza, y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos en la ida.
Estoy hoy perplejo como quien pensó y encontró y olvidó.
Estoy hoy dividido entre la lealtad que le debo
a la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

Fallé en todo.
Como no me hice propósito alguno, tal vez todo fuese nada.
Del aprendizaje que me dieron, me descolgué por la ventana de detrás de la casa.
Fui hasta el campo con grandes propósitos.
Pero allí encontré sólo yerbas y árboles,
y cuando había gente era igual que la otra.
Salgo de la ventana, me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?
¿Qué sé yo de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pero pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan que son lo mismo que no puede haber tantos!
¿Genio? En este momento cien mil cerebros se conciben en sueños genios como yo,
y la historia no destacará ¿quién sabe?, ni uno solo,
ni quedará sino estiércol de tantas conquistas futuras.
No, no creo en mí.
¡En todos los manicomios hay locos chalados con tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna certeza, ¿soy más cierto o menos cierto?
No, ni en mí...
¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo
no estarán a esta hora genios-para-sí-mismos soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas-
sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas-,
y quien sabe si realizables,
nunca verán la luz del sol real ni encontrarán oídos de gente?
El mundo es para quien nace para conquistarlo
y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón.
He soñado más que lo que Napoleón hizo.
He apretado al pecho hipotético más humanidades que Cristo,
he hecho filosofías en secreto que ningún Kant escribió.
Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la buhardilla,
aunque no viva en ella;
seré siempre el que no nació para eso;
seré siempre sólo el que tenía cualidades;
seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta junto a una pared sin puerta,
y cantó la canción del Infinito en un gallinero,
y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Derrámeme la Naturaleza sobre la cabeza ardiente
su sol, su lluvia, el viento que me encuentra el cabello,
el resto que venga si viniere, o tuviere que venir, o que no venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
conquistamos todo el mundo antes de levantarnos de la cama;
pero despertamos y él es opaco,
nos levantamos y él es ajeno, salimos de casa y él es la tierra entera,
más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
(Come chocolates, pequeña;
¡come chocolates!
Mira que no hay más metafísica en el mundo sino chocolates.
Mira que las religiones todas no enseñan más que la confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Pudiera yo comer chocolates con la misma verdad con que los comes!
Pero yo pienso y, al sacar el papel de plata, que es de hojas de estaño
lo tiro todo al suelo, como he tirado la vida).
Pero al menos queda la amargura de lo que nunca seré
la caligrafía rápida de estos versos,
pórtico quebrado ante lo Imposible.
Pero al menos me consagro a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
noble al menos en el gesto ancho con el que tiro
la ropa sucia que soy, sin lista, al decurso de las cosas,
y me quedo en casa sin camisa.
(Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
o diosa griega, concebida como estatua que fuese viva,
o patricia romana, imposiblemente noble y nefasta,
o princesa de trovadores, gentilísima y coloreada,
o marquesa del siglo dieciocho, escotada y lejana,
o cocotte célebre del tiempo de nuestros padres,
o no sé qué moderno -no concibo bien el qué-,
todo eso, sea lo que fuere, que seas, si puede inspirar, ¡que inspire!
Mi corazón es un cubo vaciado.
Como los que invocan espíritus invocan espíritus me invoco
a mí mismo y no encuentro nada.
Me asomo a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan,
veo los entes vivos vestidos que se cruzan,
veo los perros que también existen,
y todo esto me pesa como una condena al destierro,
y todo esto es extranjero, como todo.)
Viví, estudié, amé, y hasta creí,
y hoy no hay mendigo que no envidie sólo por no ser yo.
Le miro a cada uno los andrajos y las llagas y la mentira,
y pienso: tal vez nunca vivieses ni estudiases ni amases ni creyeses
(porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer nada de eso);
tal vez hayas existido sólo, como un lagarto al que le cortan el rabo
y que es rabo aquende el lagarto meneadamente.
Hice de mí lo que no supe,
y lo que podía hacer de mí no lo hice.
El dominó que vestí estaba equivocado.
Me conocieron en seguida por quien no era y no lo desmentí, y me perdí.
Cuando quise quitarme la máscara, estaba pegada a la cara.
Cuando me la quité y me vi al espejo, ya había envejecido.
Estaba borracho, ya no sabía vestir el dominó que no me había quitado.
Tiré la mascara y dormí en el vestuario
como un perro tolerado por la administración
por ser inofensivo
y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.
Esencia musical de mis versos inútiles,
quien me diera encontrarte como a una cosa que yo hiciese,
y no quedase siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente,
pisoteando la conciencia de estar existiendo,
como una alfombra en la que un borracho tropieza
o un felpudo que los gitanos robaron y que no valía nada.
Pero el Dueño de la Tabaquería se asomó a la puerta y se quedó a la puerta.
Lo miró con la incomodidad de la cabeza mal vuelta
y con el desconsuelo del alma mal-entendiendo.
Él morirá y yo moriré.
Él dejará el letrero, yo dejaré versos.
En determinado momento morirá el letrero también, y los versos también.
Después de determinado momento morirá la calle en donde estuvo el letrero,
y la lengua en la que fueron escritos los versos.
Morirá después el planeta girante en que todo esto pasó.
En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como gente
continuará haciendo cosas como versos y viviendo por debajo de cosas como letreros,
siempre una cosa enfrente de la otra, siempre una cosa tan inútil como la otra,
siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
siempre el misterio del fondo tan cierto como el sueño de misterio de la superficie,
siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni otra.
Pero un hombre entró en la Tabaquería (¿a comprar tabaco?),
y la realidad plausible cae de repente encima de mí.
Me incorporo enérgico, convencido, humano,
voy a intentar escribir estos versos en los que digo lo contrario.
Enciendo un pitillo al pensar en escribirlos
saboreo en el pitillo la liberación de todos los pensamientos.
Sigo el humo como a una ruta propia,
y gozo, en un momento sensitivo y competente,
la liberación de todas las especulaciones
y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de estar malhumorado.
Después me echo hacia atrás en la silla
y continúo fumando.
Mientras el Destino me lo conceda, continuaré fumando.
(Si yo me casara con la hija de mi lavandera
tal vez fuese feliz.)
Visto esto, me levanto de la silla. Voy a la ventana.
El hombre salió de la Tabaquería (¿metiendo el cambio en el bolsillo de los pantalones?).
Ah, lo conozco: es el Esteves sin metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería se asomó a la puerta.)
Como por un instinto divino el Esteves se volvió y me vio.
Me hizo señas de adiós, le grité: ¡Adiós, Esteves!, y el universo
se me reconstruyó sin ideal ni esperanza, y el dueño de la tabaquería sonrió.


Álvaro de Campos (heterónimo de F. Pessoa)

1 comentario:

Unknown dijo...

Se que no estas en buen momento, que andas buscando una luz que desde hace tiempo te falta, pero antes que desestimes leer lo que continua, quiero que pienses que solo pretendo ayudarte a buscar esa luz o al menos animarte o intentar que superes este mal momento, creo que en algo puedo serte de ayuda, pero no te estoy vendiendo ninguna panacea, solo mi apoyo sincero, de verdad, por que me fastidia enormemente que lo estés pasando mal.

También se que puede que veas en mi a la persona que menos te apetece escuchar en este momento, quizás solo me veas como un fastidio o un estorbo o incluso como un enemigo.
No te equivoques, no escribo esto para hacer causa común contigo, ni tampoco para sacar provecho en beneficio mío, ni mucho menos añadir leña al fuego.

Puede que pienses que busco tu ayuda para recuperar algo que yo también he perdido, nada más lejos, de hecho estoy convencido que este seria desde luego el camino mas erróneo, y si Violeta lee esto seguramente no haga mas que complicarme yo mismo.

Quiero animarte, por que estoy convencido de que puedo hacerlo, por que harías mal en subestimar la poca ayuda que puedo ofrecerte, también se lo que se siente cuando pierdes lo que quieres, se lo que jode no tener explicaciones o no poder tener oportunidades.

Se que piensas que lo mío es distinto que yo me lo he buscado, no estoy tan convencido, ni creo que sea del todo así, no es el caso ni el objeto discutirlo ahora, pero solo te diré que quizás lo que hice fue un acto (con formas equivocadas) precipitado de algo a lo que tarde o temprano estaba abocado inevitablemente si quería dejar de torturarme constantemente, por que provenía de una desconfianza basada en una falta de sinceridad, confianza o yo que se.

Reitero que quiero ayudarte por que creo que algo conozco a Violeta, quizás mas de lo que piensas, más de lo que cree ella misma , y quizás menos de lo que a mi me gustaría, pero ten en cuenta que la conozco incluso antes que tu, que he tenido muchos momentos de confianza con ella, que hemos pasado muchas horas juntos, y derrochado mucho dinero al teléfono con conversaciones de hasta casi 4 horas, también he compartido con ella muchos momentos, y como tu, he pasado de verla casi a diario a no poder ni acercarme a ella.

Estoy en disposición de asegurar, y puede que esto te haga gracia , que después de ti, alguna amiga suya, alguien de su entorno mas cercano y quien sabe si después de alguien que ni siquiera yo sepa de el, pues bien después de esas personas, yo soy la persona que mas horas ha estado y hablado con violeta, y por eso por que se como es, lo fantástica que resulta, porque se de sus virtudes, sus carencias, sus cosas buenas y también de sus cosas no tan buenas por eso creo que estoy en disposición de echarte una mano.

Quizás piensas que tu la conoces mejor que nadie, que nada de lo que yo te aporte puede ayudarte, nunca subestimes una opinión una interpretación, un punto de vista,

Creo que hablar con alguien que también conoce a violeta, que también ( de otro modo) la quiere mucho, no te vendría mal, no para sacar trapos sucios, si no para intentar comprenderlos, se que deseas comprenderla, yo también en muchas cosas, y quizás entre ambos lo podamos lograr.

Te preguntaras a que viene esto, Internet es un sitio publico y cosas del destino, fue Violeta la que en su día me animo a que firmase alguna vez en tu fotolog, y claro sigo visitándolo, y por los comentarios no he podido evitar enlazar con el de Alvys , donde he leído lo que has escrito.

Por eso me atrevo a escribirte, antes no hubiese querido interferir, he leído con atención y en parte es como si ya supiese perfectamente de lo que hablas, y de lo que a ella le pasa, me siento identificado con tu dolor, yo también lo he sentido, lo siento, he llorado, me he puesto hasta con diarrea, he sufrido, me hecho miles de preguntas; pero no pretendo hacer ningún paralelismo entre tu situación y la mía, es mas si te sirve de prueba de que mis intenciones son sinceras te diré algo que, aunque dolorosamente para mi diferencia, tu situación de la mía:

VIOLETA ERA TU VIDA, lo se, y ahora que no la tienes es como si no tuvieses nada.
VIOLETA NO ERA MI VIDA, aunque si era una parte importante de ella, pero no podía ser mi vida, mi vida es otra, es mi novia, mi pueblo, mis padres, mi trabajo mi casa,:

Tu sientes estar perdido por que crees perder una parte importante de tu vida, que ya nada será igual y que esta será una mierda.

Mi vida ya era una mierda, y el hecho de perder su amistad no puede hacerla más mierda ya, por lo que es por eso que no quiero que tu acabes con un sentimiento igual.

A mi me encantaría también que todo fuese como antes, pero tengo una ventaja sobre ti, tengo un conmutador en el cerebro y si ella se empeña en que ha de ser así tarde o temprano dejaré de luchar por ella y accionaré ese conmutador y en ese momento Violeta no será (por mi propia salud mental) ni siquiera un buen recuerdo.
Tan solo será una anécdota de alguien desconocido que sin saber muy bien por que se cruzo una vez en mi vida.

Sin embargo al leerte creo que a ambos nos une un denominador común, un sentimiento, una idea, el no tener una explicación por extraña que sea, el no entender el porqué. El creer dentro de nuestro corazón, que se equivoca, que la esta cagando, y lo digo con referencia a ti, también creo que se equivoca, pero como tu también creo que tiene derecho a sentirlo y a dejarse llevar por esos sentimientos, también creo que algún día se dará cuenta de lo que pierde, o se dará cuenta que donde no hay sentimientos encontrará gente que solo busque aprovecharse de ella.

Pero ahora te toca el turno a ti de ser egoísta, de pensar solo en ti, Violeta siempre me decía que nunca estaría con un tipo por lastima, y eso es lo que no debes hacer, no tienes que dejar que sintamos lastima de ti Diego. Se que tiene que ser duro lo que te propone de que seas su amigo, quizás debes hacer caso de quien te dije que tienes que pasar pagina, al menos de momento se que cuesta.

Bueno todo esto parece una declaración de intenciones y se me va de las manos mi propósito inicial, pero reitero mi invitación a que hables conmigo, charlar con alguien que la conoce y siente algo parecido a ti te puede hacer bien,, quizás sea hora de que aprendas a desmitificar a violeta, a verla mas humana con todas las vulgaridades que todos tenemos, aunque sin obviar las cosas buenas que tiene.

No lo des todo por perdido, recuerdo el día que me comento una despedida vuestra en Santander los dos abrazados llorando. Ella siempre me contaba que no había nadie que la llenase como tu, tal vez pronto se de cuenta de ello.

Llámame cuando quieras quedamos y parlamos mientras tomamos algo, mi teléfono 626016164. anímate Diego, sinceramente te mereces algo mejor. Saludo.