miércoles, 30 de septiembre de 2009

4.

No sé en qué parte del árbol se quedan mis piernas. Subo troncos. Me ladeo en la contractura que la madre parte el fin para sus bulbos. Creo en un dios con forma de monstruo acéfalo carente de toda prisa certero en los suicidios cometidos contra él. Sé que ella es todo el papel higiénico que nos queda. Y el timbre de tu voz que suena todo el tiempo a propaganda y narcolepsia. Todo en esta vida es una declaración de amor con intenciones.

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