"El olor de los acantilados o el ciempiés que se transforma
que muta, gira y canta
como si fuese un grillo, una chicharra…
La vida de la luz cuando se apagan tus ojos, cerrándose
y los tornasoles rojos, coloreados o pintarrajeados
con la misma gracia con la que el niño se divierte
y es ajeno, siendo como es un pedacito de nada,
al transcurrir de mis cosas, y de las tuyas, y del mundo…
¡Qué idiota!
Si quiere vivir así… ¡que viva!, pero yo no, ¡yo… no!
Elijo la estupidez de la duda en los tontos miramientos
la sinrazón de saberse, no sabiendo
nada, de lo que tuve alguna vez en mis sueños
y elijo, de entre todo lo que se me ocurra
lo inalcanzablemente bello, lo insufriblemente malo,
la desventura podrida, el mejor amor,
el del idiota que mira con placidez hacia el mundo
el del idiota que escapa a la tristeza que somos."
J. L. Pomona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario