"Cógeme dios.
Haz de mí estiércol porque quiero creer,
pero no puedo.
Destrózame porque fabrico de tu ausencia
lóbregos turnos de la desesperanza.
Pálpame, toca mis manos,
estira mis yemas y fabrica otro ser que sea distinto.
Consíguele un cuerpo sólido diferente a éste donde se pudren mis recuerdos.
Hazle tuyo, que no piense mucho en los intermedios,
para evitarle así la sinrazón pupilar de lo negro,
y haz acopio de solidez, ¡oh cáustico bastardo!,
juntando memorias a plomo tendido,
que le confieran al otro, al infabricado, un desvelo neutro y pausado,
ausente de complejidad y versos y verbos.
Ríndeme, por favor, dios de casi todas las cosas;
dame una señal de tu ingravidez
o hazme creer en algo que no sea eterno."
De Precipitaciones, de Piotr Korolenko.
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