domingo, 27 de diciembre de 2009

Yo anduve con un zombi


"Volvamos otra vez a los zombis, con ellos al pan y con ellos de picnic tras hacernos los bocadillos. Volvamos juntos a ver una película de bajo presupuesto en la que la silicona está mal pegada, donde me río y no me creo nada. Qué cutre es la silicona, la yugular de silicona amarillenta, llena de sirope de arce. Ya casi me veo rodando una película gore, qué divertido, qué pasión. Todo tetas y sangre entre las manos y por alrededor de las bragas. Te violaran, jaja, qué risa, qué pasión. Los zombis huyeron como zombis, los médicos vienen ya a lo lejos a socorrerte. Yo estoy en el suelo y no los puedo ver, los huelo, el dolor me nubla las imágenes. No son nadie, lo entiendes, no son nada más que gente que ayuda porque tiene que ayudar, pero tú, tú te estás desangrando, te han destrozado las carnes esos putos zombis. Y se han ido corriendo a su guarida mefistofélica. Ahora que ya estás a salvo en la mortaja y te van a limpiar, puedo irme a la venganza.

Me levanté del suelo odiando y seguí odiando por el camino que iba hacia el cementerio. Al llegar abrí la puerta de la noche, y la noche se deslizó suave bajo mi entrepierna. Como un sonido de llaves o algo tintineante, vi una mano señalando. Era la aguja del reloj de sol en mitad de la noche. Les daba pena, hasta ellos me ayudaban. Me insistía el tiempo en que no me demorase. Iba y venía. Llegué al pueblo, no sabía qué buscar. Cuántos eran, quiénes, qué habían comido aparte de tu carne. Así pasaron ogros, horas y paisajes, no sé, quizá otras cosas. Pero al llegar a la esquina del chino, frente al bar de las morcillas, los vi. Eran como cuatro o seis, todos descabezados y ególatras. Partían sebo con sus garras y devoraban ayudándose de un pan negro y sucio. Daban asco, daban verdadero asco.

Pensé, ante todo pensé. Cómo iba a liquidarlos, cómo habrían de morir los putos zombis. Qué martirio les esperaba, oh cielos, serían mi holocausto. Por eso me acerqué al primero y le instruí de veras. Le miré, se fundió. Y al segundo le dije quien eras tú y al tercero brisa. Al cuarto un toque en el hombro para convencerlo, al quinto esperanzas y cayó hacia atrás, apoyado en sus pústulas. El último estaba quieto, me miraba ahíto, sonreía como sin sonreír, no tenía pústulas, no comía sebo, respiraba bien. Tuve unos segundos antes de actuar, los desaproveché. Se levantó, me agradeció, me miró, me vistió, me mudó las ropas por otras mejores, me colmó en la gloria por los siglos de los siglos, me enquistó las flores que nunca hube visto, ni en tu pelo viva ni en el cementerio, me dolió mil euros que perdí en el bingo, me sorbió los mocos me metió la droga, me sabló los dientes, me jerarquizó, me invadió con él lo que yo era entonces, me convertí en él, me reí de todo y así, estando juntos, nos fuimos de un beso hacia el mismo olvido.

Y los zombis piensan, tú que sigues muerta, háblales de mí, ve pidiendo algo."


De Homenaje a Jacques Tourneur, de Michel Campbell.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Top 10 de la década 00's

1. Agalloch – The Mantle (2002) [doom – avantgarde]

2. The National – Boxer (2007) [indie-rock]

3. Explosions in the Sky – The Earth is not a Cold Dead Place (2003) [post-rock]

4. Dark Tranquillity – Damage Done (2002) [Goteborg-sound]

5. Wolf Parade – Apologies to the Queen Mary (2005) [Canadian]

6. Lullabye Arkestra – Ampgrave (2006) [noise-rock – stoner – garage]

7. Soulsavers – It’s Not How Far You Fall, It’s The Way You Land (2007) [trip-hop]

8. K’Naan – The Dusty Foot Philosopher (2005) [hip-hop – African]

9. Yeah Yeah Yeahs – Show Your Bones (2006) [pop-punk – indie]

10. Baxter Dury – Len Parrot’s Memorial Lift (2002) [indie-rock – songwriter]

Ofensión



"Tengo que contarte una cosa.
Si mañana me muriera tú tienes que saberlo, sí, sí.
Mañana puede que esté muerta y yo necesito
que se lo cuentes a todos. Y a él también,
sobre todo a él. Sí.
Sobre todas las cosas a él. Quiero que lo sepa
cuando vaya al pan y cuando se siente a ver
pasar las horas leyendo uno de esos estúpidos libros de Bauman.
Que lo sepa en el café de la tertulia
antes de volver a subirse a la oficina.
Que mire al horizonte

que el horizonte lo mire

y la línea recta del horizonte se trastorne
en una sucesión de palabras que expliquen lo que yo te voy a contar.
Quiero que vea las letras en las nubes
en la forma de las pestañas de la puta que se esté tirando
en el peor momento de su vida. También quiero eso.

Y quiero además que llore.
Quiero que llore y no escampe,
que se inunde su boca de tanto que llore
que justo cuando vaya a ahogarse en su propio humor,
los niveles bajen y siga respirando.
Quiero que siga vivo hasta que no queden humanos en la Tierra.
Quiero que pueda ver la Tierra
desde el espacio y que se aleje de ella para siempre,
que me recuerde perdurable y sempiterna de color azul
manchada de continentes.

Dile, que no baje la mirada,
que sus pies serán míos entonces,
que no estornude o me comeré sus mocos,
que no defraude o lo pagará con creces.

Dile
que la Tierra estuvo bien pero que ahora le espera lo bueno,
que siga solo pese a todo y a pesar de ellos.
Sí, sí, ne-ce-si-to-que-me-mi-res,
¡mírame, joder!

Ya ves que no te engaño:

mañana estaré tiesa
en mis venas se ríen
ya nada me importa
ahora escúchame.
"


Extraído de Solenoides, de Bernat Malamut.

lunes, 7 de diciembre de 2009

La historia del hombre cuyas piernas cuelgan



"La historia del hombre cuyas piernas cuelgan. Y es pequeño porque a su lado todo parece grande. Porque bajo su trasero, ahora que está sentado, hay un enorme muro en el que sus piernas cuelgan. Y así, sus piernas parecen rabos de cereza con zapatos en las puntas. Pequeñas bolas imperfectas rojas brillantes con cordones desabrochados.


Mueve las piernas pequeño, muévelas. Reanuda el bucle tierno de puntapiés a la nada y taconazos al muro. Emprende y encapota tu ira.


Todo a su lado es ya entonces grande, es ya inmenso y abismal. Las distancias escuecen en sus ojos: llora. Su temblor de pies es una mina surcando el terremoto. Qué pasa, qué pasa.


Tiene miedo, teme caer. Se marea y zozobra. Recoge las piernas juntando las manos con las rodillas con la cara. Y es un nudo humano cuando aparece un banquero que se posa junto a él, revoloteando. No llores, no llores, no llores, bendito pequeñuelo.


Él se saca un ojo con su mano derecha. Con cuidado con la derecha, lo mira. Por qué. Por qué no habría de llorar si sé que he de caerme si sé que caeré.


[…]


Sonríe ahora el banquero, cada vez más alargado, proyectando extrañas sombras hacia el orto que se aleja. Marca cruces imaginarias allí por donde anduvo. Empequeñece y toca el viento y, hacia el muro, se levantan nubes. Ya desaparece."
J.L. Pomona.

No tengo



"No tengo ganas de tener ganas No tengo propósito de nada No tengo razón para estar vivo No tengo perjuicio alejándome del fuego No tengo dolor estando dentro No tengo trazas de gas que persuade a la brisa No tengo dinero esta noche para pagar tu esbozo No tengo prisa


No tengo pájaros en los ojos porque No tengo iris enjaulados No tengo el tiempo de tu ausencia No tengo el guante que perdí contigo No tengo dinero en la guarida No tengo palabras suficientes


No tengo estigmas pues no creo No tengo retórica, estación ni espadas No tengo bichas No tengo tetas grandes que pueblen tus aspectos No tengo pus en la herida del Año No tengo bacterias animosas No tengo lanzas suficientes


con que matarte."


De Explosiones de gas sarín, J.L. Pomona.